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sábado, 18 de septiembre de 2010

Historia de taxi, esta vez no es Arjona

Aproximadamente, las dos y cuarenta y cinco marcaba el esclavizador cuando, quien parece manejar todo los Escolares, me invitaba a subir para ir a ver a mi señora. Cansado pero obviamente no me iba a importar el lugar si de visitarla se trata, Trébol Rojo me lleva directo a la guardia donde segundos antes de llegar se me informa que el barrio contra el que iba a jugar no presenta equipo debido a algo de Alumni, ahora me entero que este intento de club, como dice Zan Jero, jugaba con Hindú. "Nos bajamos acá", gritamos todos.
Acá empieza otra vuelta en la vida. Las Don Satur que ya se están haciendo costumbre de sábado, sufrieron mi hambre, lo miro a Micho y le digo: "Che...y si vamos a capital? Yo me quiero comprar un cajón peruano". "Vamos" me contesto y después de largas idas y vueltas por cuestiones de ubicación y tarasca eran las cinco cuando estábamos yendo a Caamaño. Con el dedo fuimos hasta la gigantesca panamericana y poco esperamos el 57.
Sabíamos donde nos bajábamos pero no a donde íbamos ya que Don Cajón no atendía pero finalmente atendió y nos dijo que vayamos para Arevalos 1480, timbre 3. Plaza Italia no era la misma, mucho mas poblada a lo que normalmente me tiene acostumbrado, que ignorancia la mía. El primer tachero no conocía la dirección y pensando que la plata iba a ser insuficiente, pateábamos hasta lo del mas grande. No atendía, mi jefa no conocía la dirección y no había otra que tomarse un taxi teniendo en cuenta que para la vuelta a lo mejor iba a haber que ponerse a hacer malabares. 
A doce pesos estábamos de Arevalos y cuando llegamos, un piano nos esperaba en el timbre. "Vas a ver que  va a tener una pinta de vago" le había dicho a mi acompañante, efectivamente una considerable barba y lo vestía ropa que aparentaba que había estado pintando. Crack tocando el cajón, definitivamente la tenía clara y yo me fui contento con lo que ahora es mi asiento.
Tres negriamarillos se nos negaron para emprender el regreso, y acá llegó el cuarto, y que cuarto. Automáticamente tiró el cigarrillo y al hablar también automáticamente me di cuenta que era una persona muy particular cuando le toco bocina y gritó a dos mujeres que entraban a un restaurante, pero nunca imaginé lo que iba a pasar. Lo que estaba fumando no era lo que vos imaginaste, y pasados segundo creí que lo mas conveniente era bajarse pero Micho se reía y no iba a entender nada. Su voz cual la del Pity, gastada de tantas aspiraciones. Llegué a tener que mirarlo por el espejito por la semejanza de sus voces. Me trato de callado, soberbio llegó a compararme con elultimodiez y diciendo que cuando una persona tenía problemas con todo el mundo, el problema no es el mundo sino él. También me recomendó probar en Velez donde dijo conocer a uno de los ídolos de cualquier hincha de Racing con unos años mas. Quiso demostrar mi silencio con mi signo y tras enterarse que soy capricornio sostuvo un "Con razón". 
"¿Crees en el horóscopo?" pregunto cerebro. Y él contesto: "yyy...todos los hombres salen del mismo lugar, después el hombre separa...mediante la religión...el otro día un pasajero me dijo: `anoche estuve con el señor´ daaa, ¿por que te va a venir a hablar a vos?", "¿Y por qué no?" le contesté yo. Pasamos por Juan B. Justo y pregunto mi nombre, le conteste "Iñaki" y le gustó, dijo que le gustaría tener algún amigo que se llame Iñaki pero que solo se llamaban Ramón, Carlos...imaginó que si se cruzaba una minita diciéndole que tenía un amigo que se llamaba Iñaki, estas le iban a decir que lo querían conocer. Las risas abundaban. "¿Vos como te llamás?" - "Mariano" - "Marianito..."
Las calles pasaban y soltó un "El hombre va a volaaaaar. (...) con una batería y ayuda de los satélites, (...) antes era cavernícola, se comían entre ellos, el hombre fue evolucionando." Comentario insólito, sonaba tan convincente que uno empezaba a creerle y volver a decir pero esta vez para adentro: "¿Y por que no?" Lo que si contesté (siguiéndole la corriente) fue: pero esto dentro de años y años" a lo que él, con una mala interpretación, explotó: "Pero no me contradigas Iñaki!!!". Se dio vuelta unos segundos y al volver al frente pego un mini-volantazo victima de las pitadas.
Su marcador decía 11.50 y la coreografía de Avenida Santa Fe se empezaba a sentir. Antes de bajar, "¿Como te llamabas? Enrique?" - "No, Mariano" - "Aaaa Marianito" - "Acuérdense de esto, nunca a la violencia, siempre pensamiento contra pensamiento, nunca violencia. (...) Con la razón vas a ver la realidad." Y así se despidió mi nuevo amigo, un filósofo...

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